Columna de Opinión

EL DÍA DEL NIÑO Y SU REGALO MÁS OLVIDADO

 Por Barbara Olivares

                El próximo mes de Agosto, tal como ocurre todos los años, el mercado desplegará sus más seductoras armas, para captar la atención del público e invitarlos (obligarlos?) a consumir en esta fecha tan especial.

                Pero, claro, no se trata de cualquier consumo, sino de uno que requiere de una sensibilidad especial, el consumo dirigido a los niños y niñas.

                En medio de este efervescente contexto, quienes trabajamos con los homenajeados, los niños y niñas, nos enfrentamos a un cierto dilema: esta es la oportunidad de aprovechar la contingencia y llegar a las audiencias con un discurso que trascienda el acto de consumo y permita reconocer los sentidos que hay detrás de la fecha. Detrás del dia del niño, hay un acto político que instala una nueva posibilidad para la niñez en el mundo: ser sujeto de derecho.

                Chile, entusiastamente participó de ese hecho, firmando la convención que invitaba a reconocer a los niños y niñas como sujetos con derechos, derechos que serían emulables a los de los adultos. Sin embargo, dicho entusiasmo, alimentado por la llegada de una democracia que prometía nuevos horizontes para la sociedad chilena, sólo alcanzó para reforzar la expectativa respecto a un cambio de mirada. Cambio que por cierto, aún no se concreta.

                De este modo, la ratificación de la convención y su traducción a la legislación interna de los países ha sido un proceso ambiguo y no ha implicado siempre un avance como frecuentemente se cree[1]. Chile es el único país de Latinoamérica que se ha negado sistemáticamente a adecuar su legislación conforme a los principios de la convención ya ratificada hace más de 20 años. Cada cierto tiempo, el Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, cual Pepe Grillo, se lo recuerda y recomienda incansablemente, invertir los esfuerzos necesarios para cumplir con esta tarea pendiente.

                Esta tarea pendiente recibe el nombre de LEY DE PROTECCIÓN INTEGRAL PARA LA NIÑEZ Y ADOLESCENCIA QUE VIVE EN CHILE (recordemos que en Chile, no sólo hay niños chilenos), y constituye una expresión concreta de los cambios que nuestro país requiere para cumplir con los estándares mínimos para garantizar el cumplimiento de los derechos de acuerdo a lo convenido hace más de 20 años. Estándares, que por lo demás, deberían haber sido incorporados en el check list antes de emprender la noble hazaña de ser parte de la OCDE. Una vez más, maquillamos una realidad que aún deja entrever, vergonzosas deficiencias que es urgente corregir.

                Asimismo, la contingencia que día a día nos golpea mostrándonos cómo el sistema judicial colapsa con los casos de abuso sexual que afectan a las familias de todo los estratos, sigue porfiadamente mostrándonos que la protección integral DE TODOS LOS DERECHOS PARA TODOS LOS NIÑOS, necesita una respuesta urgente.  Nos basta con declarar que los niños dejan de ser objetos de atención, sino que el estado chileno tiene la obligación de generar condiciones efectivas para el cumplimiento de sus derechos. Más aún, Chile debe reemplazar la actual ley de menores (recordemos que se trata de niños y niñas, con igual derecho que los adultos) que ya cumple 84 años y que sólo llega a un 3% de la población total de niños/as que viven en el país.

                Queda claro, entonces, que el mejor regalo para este día del niño, es cumplir con los compromisos pendientes. Los niños y niñas no pueden seguir dependiendo de voluntades erráticas, necesitan de una LEY D EPROTECCIÓN INTEGRAL ahora!


[1] Bustelo, Eduardo (2007). El recreo de la infancia. Argumentos para otro comienzo. Buenos Aires: Siglo XXI.

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